La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV) tiene tres etapas potenciales, cada una de las cuales tiene sus respectivos síntomas. Las personas que comienzan un tratamiento para el VIH justo después de recibir su diagnóstico y lo siguen regularmente todos los días son menos propensas a verse afectadas por una evolución de la enfermedad o a volverse sintomáticas. Las personas que no toman un tratamiento para el VIH con el tiempo se enfrentarán a una evolución de la enfermedad y empeoramiento de los síntomas, dado que la infección por el VIH ataca el sistema inmunitario del cuerpo, con lo cual se vuelve ineficaz.
Continúe leyendo para conocer las tres etapas de la infección por el VIH, lo que le ayudará a entender qué puede esperar si tiene el VIH y a saber cómo cuidarse.
También conocida como la fase temprana o aguda del VIH, la etapa aguda (con síntomas que aparecen o cambian rápidamente) comienza dentro de dos a cuatro semanas inmediatamente después de la infección. Poco después de que una persona se infecta, el cuerpo tiene una respuesta inmunitaria normal al virus. A medida que el sistema inmunitario trata de combatir el VIH, produce anticuerpos de VIH (proteínas diseñadas para identificar y neutralizar el VIH). Durante la etapa aguda, el virus se multiplica rápidamente, y las personas son altamente contagiosas.
Alrededor de la mitad de las personas no nota síntomas de VIH durante la etapa aguda. A otras personas les da síntomas seudogripales, tales como:
Estos síntomas podrían empezar dentro de dos a ocho semanas tras la infección y es posible que duren una o dos semanas.
Hay un período de tiempo corto justo después de que una persona se infecta con el VIH, llamado el período silente, durante el cual el virus no puede ser detectado mediante pruebas. Qué tan pronto una prueba de VIH puede detectar el virus depende del tipo de prueba. Por ejemplo, una prueba de ácido nucleico tiene un período silente de 10 a 33 días, en tanto que una prueba de anticuerpos tiene un período silente de 23 a 90 días. Si cree que podría haberse infectado, pero su prueba da un resultado negativo, es importante que se haga la prueba de nuevo una vez concluido el período silente.
La fase crónica (permanente) del VIH (conocida también como la etapa de latencia clínica o asintomática) dura aproximadamente de 10 a 15 años en la mayoría de las personas que no toman un tratamiento para el VIH. En algunas personas, la etapa crónica es mucho más corta, y el VIH avanza más rápidamente a la siguiente etapa.
En las personas que toman regularmente medicamentos para el VIH —terapia antirretroviral (TAR)— todos los días, la etapa crónica puede extenderse durante muchas décadas, incluso de por vida. El papel de los fármacos antirretrovirales es reducir la carga viral de una persona, o la cantidad de partículas de VIH en el cuerpo. Mantener una carga viral baja ayuda a evitar un empeoramiento de la enfermedad y reducir el riesgo de transmitir el virus a parejas sexuales. De hecho, tener una carga viral indetectable a largo plazo (que no se puede detectar en el torrente sanguíneo) significa que la persona no puede transmitir el VIH por medio de relaciones sexuales.
Algunas personas notan una inflamación crónica de los ganglios linfáticos durante una infección por el VIH, y otras podrían tener síntomas como los siguientes:
Si una persona tiene la bacteria de tuberculosis en el cuerpo y no toma medicamentos para el VIH, la bacteria podría volverse activa. Si una persona porta el papilomavirus humano (PVH) o una infección de herpes común en el cuerpo, puede tener brotes de estas enfermedades. Algunas personas podrían notar manchas blancas en la boca llamadas candidosis bucales. El VIH continúa reproduciéndose en el cuerpo, y es posible infectar a los demás. A las personas que toman tratamientos para el VIH se les podría dificultar distinguir los síntomas de VIH de los efectos secundarios de medicamentos.
Cuando los niveles de VIH en el cuerpo comienzan a elevarse considerablemente, la cantidad de glóbulos blancos específicos, conocidos como linfocitos CD4, disminuye a medida que el virus los destruye. El SIDA se diagnostica cuando el recuento de células CD4 decrece a menos de 200 células por milímetro cúbico, o cuando surgen ciertas infecciones o tipos de cáncer. Las personas con SIDA que no reciben tratamiento por lo general mueren dentro de aproximadamente tres años, aunque esta cifra varía.
Los síntomas de SIDA pueden aparecer por su cuenta o podrían relacionarse con otras enfermedades o problemas de salud subyacentes asociados con el SIDA. A saber:
Durante la etapa final del VIH, el sistema inmunitario se vuelve ineficaz, lo cual deja al cuerpo vulnerable a muchos tipos de infecciones. Las personas con SIDA pueden enfermarse gravemente o incluso morir por bacterias, virus u hongos que de lo contrario no infectarían en modo alguno a las personas sanas. A este tipo de infecciones se las denomina infecciones oportunistas.
Continúe leyendo para conocer qué son las infecciones oportunistas (y sus síntomas más frecuentes) que a menudo contraen las personas con SIDA.
A finales de la década de los 80, alrededor de un 75 por ciento de las personas con SIDA contrajeron la neumonía neumocistósica (PCP, por su sigla en inglés). En aquel entonces no existían los tratamientos para el VIH ni la prevención de la PCP. Si bien en la actualidad la PCP continúa siendo una importante infección oportunista en las personas con SIDA, los índices de la infección son mucho más bajos puesto que la terapia antirretroviral fortalece el sistema inmunitario, además de que hay medicamentos que pueden prevenir la PCP.
La PCP es causada por un hongo común. En las personas con SIDA, la PCP causa los siguientes síntomas:
El citomegalovirus (CMV), un virus relacionado con el herpes, está presente en la mayoría de las personas, pero no causa enfermedad excepto en las personas inmunodeficientes. En las personas con SIDA, el CMV puede infectar los ojos y causar ceguera. También puede atacar los pulmones, el corazón, el cerebro o el aparato digestivo.
El Mycobacterium avium complex (MAC) es un grupo de bacterias comunes que causa los siguientes síntomas en las personas con SIDA:
Las bacterias MAC pueden causar una manifestación clínica generalizada en personas en una etapa de inmunodepresión más avanzada, incluidas las personas con VIH que no siguen un tratamiento.
La tuberculosis a nivel mundial es la causa principal de muerte en personas con SIDA. La tuberculosis con mayor frecuencia afecta los pulmones, y causa dolor torácico y expectoración de esputo o sangre. También puede infectar otras partes del cuerpo y puede dar lugar a síntomas como adelgazamiento, fiebre y cansancio. Las personas con VIH corren un riesgo mayor de infectarse de tuberculosis.
También conocida como infección por levaduras, la candidosis es principalmente causada por el hongo Candida albicans. Aunque las infecciones por levaduras menores pueden ser una molestia incluso para las personas sanas, la candidosis puede afectar más seriamente a las personas inmunodeprimidas, como las personas con SIDA. La candidosis puede causar, por ejemplo:
La toxoplasmosis es una infección por el microorganismo Toxoplasma gondii, que se encuentra en las heces de gatos o aves y en carnes semicrudas. La toxoplasmosis es inocua y de hecho muy frecuente en las personas sanas. Sin embargo, en las personas con SIDA la infección puede causar manifestaciones clínicas y síntomas más graves como dolor de cabeza, fiebre, confusión, convulsiones y el coma.
Algunos tipos de cáncer son más frecuentes en las personas con SIDA debido a que su sistema inmunitario deficiente le permite al cáncer desarrollarse y crecer rápidamente. El riesgo de estos cánceres y de otro tipo disminuye considerablemente en las personas con VIH que siguen un tratamiento para el VIH.
Un tipo de cáncer que se relaciona con el virus de la herpes común, el sarcoma de Kaposi causa máculas oscuras de color púrpura o marrón en la piel. Si el sarcoma de Kaposi se disemina a los pulmones o intestinos, puede causar la muerte, y las lesiones pueden ser muy dolorosas y producir una gran hinchazón.
El linfoma no hodgkiniano (NHL, por su sigla en inglés) puede originarse en las personas, independientemente de si tienen o no el VIH, pero ciertos tipos de NHL son más frecuentes en las personas con un diagnóstico de VIH positivo. El linfoma primario del sistema nervioso central (SNC) comienza en el cerebro o la espina dorsal. Los síntomas del linfoma del SNC son confusión, amnesia, convulsiones y parálisis de los músculos faciales.
En Estados Unidos se diagnostican aproximadamente 11,500 casos de cáncer cervicouterino cada año. El cáncer cervicouterino es causado por el papilomavirus humano. De acuerdo con un estudio publicado en The Lancet, las mujeres con VIH son más propensas a que les aparezcan células cervicouterinas anómalas que pueden derivar en cáncer y corren un mayor riesgo de que dichas células anómalas se conviertan en un cáncer cervicouterino invasor. Los tratamientos para el cáncer cervicouterino invasor no son tan eficaces en las mujeres con VIH que como lo son con las mujeres no infectadas por el VIH. Los síntomas del cáncer cervicouterino son hemorragia vaginal irregular (metrorragia), dolor pélvico, flujos vaginales atípicos y micción dolorosa.
Otro tipo de cáncer relacionado con el PVH que es más frecuente en hombres y mujeres con VIH es el cáncer anal. Alrededor de un 28 por ciento de los hombres y un 1 por ciento de las mujeres con cáncer anal también tienen el VIH, según lo publicado en una investigación en Surgical Oncology Clinics of North America. Los síntomas del cáncer anal son neoplasia en el ano, junto con hemorragia, comezón y dolor anales. Las vacunas contra el PVH están disponibles para ayudar a prevenir la proliferación de estos cánceres.
Algunas personas no notan ningún síntoma en las primeras semanas o meses después de haberse infectado por el VIH. De hecho, aproximadamente la mitad de las personas infectadas por el VIH no tiene síntomas. Otras personas sienten inflamación en los ganglios linfáticos o pasan por un período de síntomas seudogripales durante la primera etapa del VIH.
El tratamiento para el VIH es una de las mejores maneras de prevenir la evolución del VIH o el avance a través de las distintas etapas. Las pruebas y los tratamientos precoces desaceleran considerablemente la reproducción del virus y por tanto mantienen fortalecido el sistema inmunitario. Aunque los tratamientos para el VIH pueden tener efectos secundarios, la gran cantidad de opciones le permite a la mayoría de las personas encontrar medicamentos que puedan tolerar para vivir una vida relativamente normal.
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