El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un virus que ataca el sistema inmunitario. Si no se lo trata, el VIH puede evolucionar dentro de unos cuantos años y desarrollar el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), que es un conjunto de síntomas e infecciones que con el tiempo causan la muerte.
Si bien el VIH aún no es curable, responde muy bien al tratamiento. Seguir el tratamiento indicado de manera constante y mantener hábitos saludables permiten a la mayoría de las personas con VIH vivir una vida normal.
El VIH es un tipo de virus que infecta un tipo específico de célula del sistema inmunitario: linfocitos CD4 o linfocito T cooperador. El papel de las células CD4 sanas es enviar señales a otras células inmunitarias e instruirles que empiecen a combatir las infecciones en el cuerpo. Cuando el VIH infecta una célula CD4, se apropia del proceso por medio del cual la célula se duplica a sí misma y en su lugar lo usa para producir copias del VIH. Estas copias a su vez se liberan en el cuerpo para infectar más células CD4. El VIH también destruye las células CD4, con lo cual debilita el sistema inmunitario y le impide al cuerpo cerrar filas para acertar una respuesta efectiva contra el cáncer y las infecciones.
El VIH se transmite a través de determinados tipos de contacto como sangre, semen, líquido preseminal, secreciones vaginales y líquido rectal infectados. El virus también se puede contagiar de madre a bebé durante el parto o el embarazo, o a través de la lactancia materna y la leche materna. Para poder infectar a alguien, el líquido infectado deberá entrar en contacto con el torrente sanguíneo, una membrana mucosa o tejido dañado, como una herida abierta.
En la mayoría de los casos, el VIH se contagia durante el sexo anal o vaginal sin preservativos o al compartir agujas u otros instrumentos de inyección. No obstante, es importante aclarar que el virus no se transmite a través del contacto casual o cotidiano, como al compartir bebidas o besarse.
Científicos identificaron el SIDA en Estados Unidos en 1981, aunque en ese momento no se lo entendía bien. Médicos se apresuraron a lograr entender cómo el SIDA se propagaba y cómo detenerlo. Llevó muchos años descifrar que la infección de VIH es la que causa el SIDA, y muchos años más desmontar el mito que el VIH solo podía afectar a los hombres homosexuales.
Los investigadores ahora saben que el VIH se originó en Kinshasa, República Democrática del Congo, en 1920 cuando el VIH pasó de los chimpancés a los humanos. Para 1980, el VIH ya se había propagado a cinco continentes: Norteamérica, Suramérica, Europa, África y Australia. Los primeros casos se presentaron a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) en 1981. En Los Ángeles, cinco hombres homosexuales que previamente gozaban de buena salud habían adquirido una infección pulmonar infrecuente llamada neumonía por Pneumocystis carinii y otras infecciones. Los CDC comenzaron a recibir más casos de graves deficiencias inmunitarias entre hombres homosexuales. Para finales de 1981, se habían registrado 270 casos de la misteriosa enfermedad y 121 muertes.
Los medios de comunicación comenzaron a dar la alarma que el SIDA afectaba a hombres homosexuales. Algunos investigadores bautizaron la afección como “deficiencia inmunitaria relativa a homosexuales” o “GRID” (por su sigla en inglés), lo que difundió y cargó aún más el estigma. Ciudades como San Francisco y Nueva York comenzaron campañas para clausurar baños públicos y clubs de sexo privados. EE. UU. impuso restricciones de viaje para impedir que inmigrantes con SIDA ingresaran al país.
Les llevó varios años a los investigadores descubrir que cualquier persona, independientemente de la edad, el sexo o la orientación sexual, podía infectarse con el VIH y que dicho virus podía propagarse de otras formas distintas a las relaciones sexuales, como a través de agujas compartidas.
En 1982, una organización sin fines de lucro llamada World Federation of Hemophilia presentó pruebas a los CDC y empresas de bancos de sangre que el SIDA podría ser una enfermedad de transmisión hemática. Los CDC rechazaron esta afirmación debido a que no se “habían llevado a cabo investigaciones” al respecto, y los empresas de bancos de sangre se rehusaron a cambiar la forma en que sometían a controles médicos a los donantes. En ese entonces, científicos de los CDC aún creían equivocadamente que el SIDA solo afectaba a los hombres homosexuales y que no era una enfermedad infecciosa. Los controles médicos de VIH no empezaron en los bancos de sangre hasta 1985.
Entre 1981 y 1985, la mitad de la población de los pacientes con hemofilia en EE. UU. se infectaron con el VIH a causa de contaminación en productos hemoderivados, los cuales contenían una mezcla de plasmas de miles de donantes. Durante esta época se calculaba que los índices de SIDA en Europa llegaban hasta un 80 por ciento o 90 por ciento de la población de hemofilia A.
En 1986, el Comité Internacional de Taxonomía de Virus (ICTV, por su sigla en inglés) designó oficialmente el virus que causa el SIDA como “virus de la inmunodeficiencia humana”. Científicos descubrieron que el VIH es un virus que puede transmitirse entre todos los seres humanos y que el SIDA es la última etapa de la infección, el cual se desarrolla más tarde a medida que se debilita el sistema inmunitario.
La Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA, por su sigla en inglés) aprobó el primer tratamiento antirretrovírico (TAR), zidovudina —disponible hoy en día en politerapias como Combivir, Retrovir y Trizivir—, como un tratamiento para el VIH en marzo de 1987. Los fármacos antirretrovíricos podían evitar que las personas con VIH adquieran el SIDA.
La eliminación del estigma del VIH fue lenta. En 1990, EE. UU. promulgó la Ley para Estadounidenses con Discapacidad (ADA, por su sigla en inglés), la cual prohibía la discriminación en contra de las personas con discapacidad, incluidas las que tenían el VIH. No fue hasta 2010 que se levantó la prohibición de viaje que impedía a las personas infectadas por el VIH ingresar a EE. UU. Celebridades infectadas por el VIH con gran presencia en los medios, como el jugador estrella de baloncesto Earvin “Magic” Johnson, ayudaron a derribar los estereotipos.
Ryan White, un adolescente de Indiana, adquirió el VIH tras una transfusión de sangre. White soportó discriminación y se convirtió en un destacado activista a favor de los derechos y la dignidad de las personas con SIDA. A White le prohibieron asistir a la escuela debido al estigma y al temor a la infección por VIH, pero su madre contendió su caso en los tribunales y lo ganó. El 8 de abril de 1990 Ryan murió de una enfermedad relacionada con el SIDA a la edad de 18 años. El presidente George H. W. Bush promulgó la Ley Ryan White CARE en agosto de 1990, la cual destinaba $2,000 millones a la lucha contra el VIH y SIDA.
La FDA aprobó el primer inhibidor de proteinasa, saquinavir (Invirase), en 1995. A esta nueva clase de fármacos TAR se les atribuye haber logrado un declive inmediato de entre un 60 por ciento y un 80 por ciento en los índices de muertes y hospitalizaciones relacionadas con el SIDA en países con acceso a dichos tratamientos.
En julio de 2012, la FDA aprobó el esquema de tratamiento profilaxis previa a la exposición (PPrE) para evitar que las personas no infectadas por el VIH con alto riesgo se contagiaran del VIH. La PPrE puede reducir el riesgo de infectarse con el VIH por medio del contacto sexual en más de un 90 por ciento y del consumo de drogas intravenosas en un 70 por ciento, según los CDC.
Para 2017, más de la mitad de la población mundial con VIH —más de 19.5 millones de personas— recibía el tratamiento antirretrovírico. Organizaciones mundiales de defensa de los derechos de las personas con VIH empezaron a promover el eslogan “Indetectable = Intransmisible” (o “I = I”). Esta campaña en contra del estigma se basa en pruebas científicas que las personas con VIH que alcanzan un nivel de carga viral indetectable mientras sigan un tratamiento no pueden transmitir el virus a los demás.
Hasta 2023, alrededor de 1.2 millones de personas de 13 años en adelante en EE. UU. están infectadas por el VIH —y alrededor del 14 por ciento de ellas (una séptima parte) no saben que tienen el virus—.
Los hombres homosexuales, bisexuales y otros hombres que tienen relaciones sexuales con hombres representan el grupo demográfico que más se ve afectado por el VIH, según HIV.gov. De los 30,635 diagnósticos nuevos de VIH en EE. UU. en 2020, el 68 por ciento fueron hombres homosexuales y bisexuales, de acuerdo con los CDC. Las mujeres transgénero que tienen relaciones sexuales con hombres son uno de los grupos que corren el riesgo más alto de una infección por VIH, según HIV.gov.
Las personas en sus veinte y treinta años son más propensas a recibir un diagnóstico de VIH que las de otros grupos etarios.
En EE. UU., “las personas de raza negra o afroestadounidenses y las de origen hispano se ven afectadas desproporcionadamente por el VIH en comparación con otros grupos raciales y étnicos”, según HIV.gov.
Los médicos pueden detectar el VIH mediante análisis de sangre o haciendo pruebas de líquidos orales (similares a la saliva). Si se desea recibir el diagnóstico más preciso, los médicos tienen que llevar a cabo las pruebas diagnósticas más sensibles que estén a su disposición. También se pueden obtener pruebas caseras de VIH. Si el resultado de la prueba da positivo, los médicos pueden hacerle más pruebas a la persona para detectar infecciones que se puedan manifestar como complicaciones del VIH.
Obtenga más información sobre cómo se diagnostica el VIH.
Los síntomas de VIH pueden variar según la etapa de la infección por VIH. Entre un 10 por ciento y un 60 por ciento de las personas con una infección por VIH en las primeras etapas no sentirá síntomas. En otros casos, las personas podrían tener síntomas seudogripales —conocido como el síndrome retrovírico agudo— dentro de uno o dos meses después de haberse contagiado. Los síntomas suelen durar unas cuantas semanas y pueden ser fiebre, dolor de garganta, erupción cutánea, diarrea, adelgazamiento y dolor de cabeza.
Durante la etapa crónica o de latencia —la cual dura entre 10 y 15 años sin tratamiento—, las personas pueden sentir inflamación en los ganglios linfáticos o no tener ningún síntoma. Si se adhieren a su esquema de tratamiento recomendado, la mayoría de las personas con VIH nunca pasarán por una evolución de la enfermedad. Sin tratamiento, el VIH llega a la etapa sintomática, que se caracteriza por infecciones frecuentes, fiebre, cansancio, sudoración, diarrea y adelgazamiento.
En la etapa final del VIH, conocida como SIDA, las personas tienen un sistema inmunitario que corre grandes peligros, lo que da lugar a infecciones y cánceres graves que con el tiempo causan la muerte.
El VIH se trata con la terapia antirretrovírica. Existen diversos medicamentos de TAR, y la mayoría de las personas recibe una politerapia, es decir, una combinación de fármacos de más de un tipo. Asimismo, ciertos tipos de TAR preventivo puede proteger contra la transmisión. Las infecciones que se derivan de complicaciones del VIH pueden tratarse con antibióticos, antifúngicos y otros tipos de medicamentos antivíricos.
Conozca más sobre los tratamientos para el VIH.
No existe una cura para el VIH o SIDA. Sin embargo, los tratamientos para el VIH son tan efectivos que evitan que se desarrolle el SIDA en casi todos los casos. Los tratamientos también pueden reducir eficazmente el riesgo de transmisión del VIH entre parejas sexuales.
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Me diagnosticaron el virus del herpes y me dijeron que no había cura. Conocí el producto Herbal del Dr. Ihionkhan.
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